Era una mañana fría. Demasiado fría para principios de octubre.
Poco a poco fui abriendo los ojos. Las persianas estaban bajadas, pero aun así entraba mucha luz.
Me levanté.
Mis pies desnudos irrumpieron sobre la fría piedra.
No conseguía explicarme aun, después de casi dos años, como es que él seguía ahí.
Sobre el suelo había unas cuantas plumas, indicios claros de que, como cada día, se había despertado antes que yo y se había marchado, como cada día, sin decir adiós.
Tal vez no volvería a verlo en meses.
Siempre hacía lo mismo…
Siempre que se marchaba dejaba en mi cuarto la dolorosa posibilidad de que tal vez no volvería jamás.
¿Dónde iba?
No lo se, pero era más importante que yo.
Estuve de pie un buen rato, aunque no sabría decir cuanto. Supongo que esperaba a que volviera.
Vaya iluso…
No iba a volver.
“Siempre haces lo mismo”, me dije “Te vas y esperas que este aquí cuando vuelvas”.
“Tal vez un cuando regreses ya no estaré aquí”.
Comencé a andar con la esperanza vana de encontrarlo por la casa, haciendo el desayuno, o incluso a punto de marcharse.
Nada.
Se había vuelto a marchar.
Pero cuando volví a mi cuarto, la mañana pareció un poco más calida. Encontré una pluma blanca sobre la almohada y una nota que decía:
“Estabas dormido, no quería despertarte. Volveré esta noche. Lo prometo. ¿Te apetece cenar fuera?
Te quiero”
"Solo necesito un trozo de papel y útiles para escribir,
"No es normal pensar que hacer el amor es pecado, eso no es normal. No es normal pensar que Dios no quiere a las lesbianas y a los homosexuales, no es normal. No es normal que la Iglesia oculte abusos de niños, ni que los sacerdotes no se puedan casar. No es normal la riqueza del Vaticano, ni los anillos, ni el oro, ni el dinero tirado en campañas de publicidad mientras 30 millones de personas se contagian de sida en África por no usar preservativos. Dios nos hizo con dos brazos, con dos piernas y también nos hizo con la capacidad de amar, de querernos, de tocarnos, de...de...sentir con...con la yema de los dedos y eso señores no puede ser pecado.
Amar no es fácil, y ustedes se empeñan en hacerlo más difícil y enrevesado, como si no nos bastáramos nosotros mismos, como si no se bastara la propia humanidad para complicarlo todo. Señores, porque amar, amar es entender también el rechazo, entender que te van a hacer daño, entender que vas a sufrir, que vas a llorar, y es entender que las cosas son muy distintas al sacramento del matrimonio. O sea, hoy, hoy te casas ¿y vives feliz para toda la vida? Falso, señores, falso, por muchos siglos que puedan seguir ustedes proclamándolo. ¿Saben qué creo? Creo que ustedes no saben qué es el amor, porque si algo he aprendido estos años es que si apretar un cuerpo hasta convertirse en uno, si eso es pecado, señores, soy, soy un pecador, porque el único Dios en el que creo, es el amor, ¿entienden? El amor."
Me parece una de las cosas más bonitas que he leído.